Gripe-y-antibióticos-1

“Como me parecía que tenía una gripe, empecé a tomar un antibiótico. Aun así, no he mejorado nada y por eso he venido”. Esta es una frase habitual que escuchamos los médicos de familia durante estas épocas de frío por más que recomendamos a nuestros pacientes que nunca tomen un antibiótico sin consultar antes con su médico. Los antibióticos son necesarios para tratar ciertas infecciones causadas por bacterias, pero resultan inefectivos en caso de infecciones por virus.

Las infecciones del tracto respiratorio superior que asocian síntomas como tos, dolor de garganta, congestión nasal, ojos llorosos, cansancio, dolor de cabeza, dolor muscular, escalofríos o malestar general se engloban dentro de las enfermedades que conocemos como catarro o resfriado y gripe. Todas ellas son causadas por virus. Estos cuadros, aunque sean muy molestos e incapacitantes, suelen ser una enfermedad aguda leve que dura entre 3 y 10 días.

Las medidas que debes tomar y pueden ayudar a mejorar tus síntomas son:

  • Beber abundante líquido para ayudar a eliminar la mucosidad y aliviar el dolor de garganta.
  • Paracetamol o antiinflamatorios en caso de fiebre, dolor y/o malestar.
  • Lavados nasales o vahos de eucalipto para disminuir la congestión.
  • Descansar el máximo tiempo posible para recuperar fuerzas.
  • Evitar ambientes fríos y húmedos que disminuyen la capacidad defensiva de las vías respiratorias y favorecen las condiciones propicias para la supervivencia de estos virus respiratorios.
  • No fumar y evitar los ambientes con humo para disminuir la irritación en la garganta.
  • En caso de empeoramiento o aparición de nuevos síntomas, deberás acudir de nuevo para ser valorado por un facultativo y descartar complicaciones.

Para prevenir el contagio a otras personas debes:

  • Lavarte las manos frecuentemente con agua y jabón durante más de 10 segundos, sin olvidar la zona entre los dedos y debajo de las uñas.
  • Cubrirte con el brazo al toser para disminuir la transmisión del virus por vía área.
  • Quedarte en casa y no ir a trabajar cuando estés enfermo para evitar pasar tiempo en espacios cerrados junto a otras personas, lo que indirectamente favorece el contagio.

Por el contrario, ante estos catarros y gripes como antes he comentado, los antibióticos no son necesarios y no tienen ningún beneficio frente a los virus. Además, en cualquier momento pueden tener efectos secundarios como sarpullidos, náuseas y vómitos, diarrea, mareos, infecciones por hongos, problemas hepáticos, así como reacciones alérgicas graves e incluso mortales. También su uso inadecuado puede causar que las bacterias se hagan resistentes a ellos, es decir, que cuando se adquiera una infección bacteriana, el antibiótico ya no tenga efecto sobre la bacteria y, por ello, no se cure la infección. Así, muchas infecciones comunes pueden llegar a convertirse en potencialmente mortales, lo que actualmente supone una de las mayores amenazas para la salud a nivel mundial.

Las infecciones más frecuentes que sí pueden requerir el tratamiento con antibióticos son algunas infecciones dentales, de garganta y oídos, sinusitis, neumonías, infecciones digestivas, urinarias, cutáneas y transmitidas por vía sexual (sífilis, clamidia o gonorrea) entre otras. Sin embargo, debes consultar siempre con tu médico cuando las sospeches y solamente te prescribirá el antibiótico cuando obtenga evidencias de que han sido causadas por bacterias.