Para la mayoría de las mujeres el embarazo es un momento pletórico. Incluso si hay complicaciones, el mero hecho de sentir a tu bebé o saber que sigue ahí nutriéndose de tu vida puede hacer que se te olvide cualquier contratiempo o molestia. Durante nueve meses, la madre y el futuro bebé están llenos de mimos y atenciones pero, en muchas ocasiones, también de consejos, sugerencias, premisas y frases preestablecidas que parece que debemos seguir al pie de la letra.

Cada paciente tiene una experiencia con el embarazo y no siempre tiene que ser una experiencia maravillosa

Especialmente las relacionadas con el momento del parto. Los maravillosos sentimientos  que “debemos tener“ nada más dar a luz, lo maravillosas que nos vamos a sentir por tenerlo ya con nosotras, lo maravillosa que será la lactancia y el vínculo tan grande que crearemos con el bebé, nos producirá que a pesar de no dormir, tú te sentirás radiante de alegría.

Pero desgraciadamente esto no siempre es así, y al igual que se le prepara a la madre para poderse quedar embarazada y se la asiste en todo en su embarazo, se le debería ayudar a comprender los cambios fisiológicos que se producirán en su cuerpo después del parto. Toda esta avalancha de emociones contradictorias, NO deben llevar a la frustración o sentimiento de culpa, sino a aprender a lidiar con estas emociones transitorias de la mejor manera posible.

Después del parto comienza un período de profundos cambios hormonales y emocionales

Este período de tiempo que tiene lugar después del parto y que supone una transformación física y emocional en la madre, es lo que se conoce como puerperio. Se divide en varias etapas:

  • Puerperio inmediato: del 1º al 10º día después del parto.
  • Puerperio tardío: del 11º al 42º día después del parto.
  • Puerperio remoto: a partir del día 43 después del parto.

Con la expulsión de la placenta se produce un descenso de hormonas que pueden condicionar un estado de ánimo deprimido 

A nivel hormonal y con la expulsión de la placenta se produce un descenso de las hormonas placentarias: gonadotropina corial, lactógenoplacentario, estrógenos y progesterona. Esto permite que las glándulas mamarias dejen de estar bloqueadas y así puedan estar listas para la lactancia y es una estímulo en la hipófisis para que aumente la producción de prolactina.

Sin embargo, no somos de hierro y este descenso brusco de hormonas, como los estrógenos, que se encontraban en un número muy elevado durante el embarazo, al disminuir tan drásticamente pueden dar lugar al cansancio, la sensibilidad emocional, los cambios de humor y la vulnerabilidad durante esta etapa. Esta caída de estrógenos también puede dar síntomas como el aumento de la sudoración nocturna, la sequedad de la piel y las mucosas, el dolor en las articulaciones y la disminución del estado de ánimo. A esto se añade la disminución de los niveles de progesterona, conocida como la hormona de la calma, que puede producir ansiedad, depresión, insomnio y dolores de cabeza.

La progesterona se conoce como hormona de la calma porque estimula el sistema gabaérgico del cerebro, que tiene efectos calmantes y relajantes, reduce la ansiedad, la impaciencia y regula la tolerancia al estrés, influyendo en las emociones, la conducta y la forma de enfrentarse la vida. De ahí que su brusca caída en el puerperio puede conducir a un cuadro ansioso-depresivo y falta de energía. Si tenemos en cuenta que esto se desarrolla generalmente en un entorno en el que se duerme poco y el sueño es poco reparador, hay preocupación por la nueva situación, y no siempre se puede levar  una  alimentación equilibrada, no es de extrañar que pueda sobrevenir un estado de ánimo ansioso, deprimido e incluso de frustración. A esto hay que añadirle  la presión social: debemos estar contentas, pletóricas y llenas de energía…

El descenso de estrógenos tras el parto estimula el aumento de prolactina y posibilita el inicio de la lactancia

Pero no todo es malo, con esta caída de hormonas, el descenso brusco de estrógenos y prostaglandinas, se propicia la liberación de prolactina y, de esta manera, las glándulas mamarias puedan llevar a cabo el proceso de la lactancia. La lactancia se mantiene gracias al propio proceso de amamantar al bebé, ya que el estímulo de la succión del pezón inicia el reflejo de eyección y salida de la leche.

La oxitocina estimula las contracciones del útero en el parto y posteriormente facilita la eyección de la leche en la lactancia

Cuando el bebé lleva a cabo esta succión, se produce un estímulo sobre la neurohipófisis que hace que se libere una hormona llamada oxitocina. Desde aquí, la oxitocina recorre un largo camino hasta llegar a su receptor o puerta de entrada situado en las glándulas mamarias hasta activar la eyección y proceder a la lactancia. La oxitocina previamente ha actuado también en el útero estimulando su contracción para que se pudiera producir el parto y alumbramiento. Por ello, el pico máximo de producción de oxitocina ha tenido lugar en el período de tiempo que rodea al nacimiento del bebé, especialmente después del parto. La intensidad y duración de la lactancia dependerán en gran parte del estímulo generado por la repetición de la propia lactación y el estímulo continuo de la prolactina.

Estrés, nervios… pueden frenar el mantenimiento de la lactancia

Es curioso cómo solo la succión del pezón estimula la liberación de oxitocina, el propio llanto de nuestro niño puede servir de estímulo. Así que, aunque no se esté dando el pecho, los niveles de prolactina pueden seguir elevados y mantenidos por estímulos como este. Por otro lado, si estamos estresadas, con dolores, preocupaciones…estas emociones estimularán la liberación de adrenalina, que actúa como hormona antagonista de la oxitocina, es decir, bloquea su función, lo que puede originar un cese de la lactancia.

Durante el parto y posparto se produce una auténtica revolución hormonal que puede afectar notablemente a nivel emocional

Este torbellino hormonal (oxitocina, prolactina, estrógenos bajos) es imposible que pase desapercibido para nuestro cuerpo. El aumento de prolactina y oxitocina ayudan a que la mamá vuelque su atención y preocupación en el recién nacido, en forma de vínculo muy estrecho, pudiendo desatender al resto del entorno.

No te preocupes si notas que no quieres dejar al bebé con nadie que no seas tú o que al pasar tiempo sin verlo te genere ansiedad. Eres una persona normal con cambio normales en sus hormonas. Tampoco te debes sentir frustrada o rara si ha disminuido tu deseo sexual. Es lo que tiene la prolactina, se asegura que en un tiempo no vuelvas a tener otro bebé al que cuidar, inhibiendo la producción de estrógenos y otras hormonas responsables del deseo sexual y la reproducción, con el fin de que durante un tiempo toda tu atención se centre en el nuevo bebé.

Incluso se ha visto que padres muy comprometidos con el embarazo, parto y lactancia, también tenían elevados sus niveles de prolactina en el posparto, y también mostraban una sobreprotrección llamativa sobre el bebé.

Los sentimientos de melancolía, pena y angustia son normales después del parto y no deben hacernos sentir culpables

Como estamos viendo, este período después del parto supone toda una revolución hormonal y emocional pero también física y psicológica. La vida de una mujer y de una pareja jamás vuelve a ser la misma después de haber tenido un hijo/a y al hacerse cargo de las responsabilidades que eso conlleva. Es importante saber que lo que nos pasa es normal y que también es normal que no estemos tan felices y pletóricas como pensábamos que estaríamos.

No somos responsables de esto, es la propia naturaleza, las hormonas y las nuevas circunstancias las que van a influir en nuestro estado de ánimo y no siempre podemos actuar para dominar la situación. Es lo que se conoce como melancolía posparto y suele tener una duración variable de aproximadamente unas dos semanas. Aunque se debe sobre todo a los cambios en los niveles de progesterona, influyen otras hormonas así como la falta de sueño, posibles dificultades con la lactancia, complicaciones que se hayan podido tener en el parto….

Hay que estar pendiente si la melancolía posparto se prolonga varias semanas y los síntomas llegan a bloquear a la mujer 

El sentimiento de melancolía posparto debe diferenciarse de otra enfermedad muy importante como es la depresión posparto. Esta suele aparecer entre dos y ocho semanas después de dar a luz, pero puede darse hasta un año después del nacimiento del bebé.

Junto al sentimiento de tristeza que puede dar la voz de alarma, hay también un sentimiento de ansiedad intensa que la caracteriza: sensación de agobio, llanto constante, falta de lazos con el bebé y la sensación intensa de no poder cuidar el recién nacido o que le pueda pasar algo terrible. Es importante matizar, que la depresión posparto no es solamente estar triste y con facilidad al llanto. La mamá siente un terror intenso a que le pueda pasar algo al bebé que la paraliza, le impide dormir y le dificultad seguir con las tareas de la vida cotidiana. Pero también puede sentirse frustrada por la falta de vínculo con el bebé o la insensibilidad emocional después del parto. Otro síntoma característico de la depresión posparto es la incapacidad para dormir, incluso cuando el bebé lo está haciendo, y todo como consecuencia de la revolución mental por la que está pasando la madre.

Hay que preparar a las futuras mamás sobre los síntomas y emociones contradictorias que pueden tener con el nacimiento del bebé 

Todos estos cambios hormonales, físicos, psicológicos, ambientales, vienen a corroborar que, si bien es cierto que hace décadas se ensalzaba la maternidad y el momento del parto y posparto como algo único y una fuente de felicidad inconmensurable, no todas las mujeres van a vivir igual este momento y no serán pocas las que puedan experimentar sentimientos completamente contrarios a los que se venían ensalzando.

Es fundamental que la futura mamá sepa, incluso antes de quedarse embarazada, que esta realidad puede suceder, que es algo normal, no está loca, no es mala madre y que tiene solución. En esta melancolía posparto, y más aún en el grado de depresión, intervienen una gran cantidad de factores: físicos, psicológicos, ambientales y, como hemos visto, hormonales. Algunos se pueden gestionar y otros no, por eso no es fácil prevenir al 100% estas manifestaciones. Pero sí hay estrategias que se pueden intentar seguir con el fin de disminuir el riesgo o, por lo menos, la intensidad de los síntomas.

Hay medidas que ayudan a prevenir y/o disminuir los síntomas de la depresión posparto

Lo primero sería tener una buena salud mental y controlar las expectativas. Como os he comentado, ancestralmente el embarazo y todo lo asociado a la maternidad estaba considerado como la realización máxima de una mujer o lo mejor que le puede pasar en la vida. Si una mujer afronta su embarazo con esas perspectivas y cuando llega al parto choca con otra realidad es cuando puede sobrevenir una melancolía posparto más intensa o incluso una depresión.

Así que nada de expectativas sobrevaloradas: es mejor asumir que es muy probable que después del parto estaremos cansadas, estresadas y con una gran responsabilidad y puede que no sea hasta meses después de dar a luz y ya con la estabilización hormonal, física y familiar, cuando podamos empezar a disfrutar de la maternidad.

El consumo de drogas en el embarazo y posparto dificulta la gestión del estrés y la estabilidad hormonal 

Es fundamental llevar unos hábitos de vida lo más saludables posibles. Para ello se debe evitar cualquier tipo de droga o sustancia adictiva. Ya se ha visto que las mujeres que las consumen, tienen menor capacidad para gestionar la ansiedad y el estrés aumentando la posibilidad de depresión posparto.

Hay que intentar descansar y dormir en cuanto se tenga el mínimo tiempo 

Otro punto clave es el descanso. Tener un sueño reparador y descansar favorece el restablecimiento hormonal y emocional. Obviamente esto no siempre se logra, especialmente en la recta final del embarazo y con el nacimiento del bebé, por ello hay que intentar dormir siempre que tengamos posibilidad, aunque esto no se ajuste a los horarios convencionales del sueño. Ya habrá tiempo de rutinas, ahora lo prioritario es poder descansar.

Salir a caminar con el bebé es beneficioso para disminuir los síntomas 

La actividad física también es fundamental. Son muchos los estudios que corroboran que la práctica de ejercicio físico durante y después del embarazo mejora el bienestar psicológico y puede reducir el riesgo de depresión posparto.

Aunque solo sea pasear con el carrito a baja intensidad, ya se observan beneficios pudiendo llegar a reducir o incluso evitar los síntomas de una depresión posparto. El tipo de ejercicio que se ha estudiado incluye estiramientos y ejercicios de respiración, caminar, actividad aeróbica como nadar, pilates o yoga. No se ha concluido con exactitud la frecuencia o el tiempo que debe tener el ejercicio, pero lo recomendable es intentar, al menos, hacer media hora diaria.

Otro punto clave es la alimentación. Tanto durante el embarazo como en el posparto, tener una dieta equilibrada, estar fuerte y no tener carencias nutricionales, son fundamentales para favorecer la recuperación física y mental , asegurar la lactancia (si optamos por llevarla a cabo), así como tener energía suficiente para cuidar al bebé.

Los ácidos grasos omega-3 son fundamentales para mantener una buena salud mental. Su déficit se relaciona con más riesgo y síntomas de depresión posparto y no es difícil tener una carencia, ya que durante el embarazo se traspasa una gran cantidad de ellos al cerebro del feto. Los pescados grasos, como el salmón, el atún y la caballa, son excelentes fuentes de omega-3. También las semillas de chía y lino, las nueces y el aceite de oliva son opciones saludables. Estos alimentos no solo proporcionan omega-3, además, proporcionan proteínas para la recuperación de las cicatrices postparto, del tejido muscular, vitaminas y un buen número de minerales.

Los alimentos ricos en el aminoácido triptófano son un impulsores naturales del estado de ánimo por lo que resultan claves para el control emocional en el posparto. El triptófano actúa como precursor de la serotonina, un neurotransmisor relacionado con las emociones y el bienestar. Así, consumir a diario alimentos ricos en triptófano, ayuda a sintetizar serotonina permitiendo mantener un estado emocional más estable, mejorar el estado de ánimo y disminuir los síntomas de la depresión. Para ello es conveniente asegurarnos que consumimos a diario alimentos como el queso, leche, yogures, huevos, pollo, pavo, espinacas, nueces o  plátano.

El triptófano es un aminoácido que actúa como precursor de la serotonina, un neurotransmisor clave en la regulación del estado de ánimo. Consumir alimentos que sean ricos en triptófano puede ayudar a aumentar los niveles de serotonina en el cerebro, lo que a su vez puede mejorar el estado de ánimo y reducir los síntomas de la depresión.

Con el fin de proteger las células de los radicales libres que se generan en el organismo, reducir la inflamación y mejorar de esta manera la función cognitiva, es recomendable incluir en la dieta alimentos ricos en antioxidantes . Destacan en ello verduras como el brócoli, la zanahoria o las coles en general, frutas como los cítricos o las bayas (frutos rojos, moras, fresas), las uvas, además del cacao, el té verde y las nueces. Lo más importante es evitar las grasas saturadas, alimentos procesados, azúcares industriales o abusar del alcohol. Suponen ya no solo un riesgo para la salud con incremento del riesgo de diabetes, sobrepeso o enfermedades cardiovasculares, sino que además son productos que pueden alterar el sistema inmunológico y pueden agravar los síntomas de cansancio y de depresión.

En definitiva, tener un estado de ánimo bajo en el posparto es absolutamente normal y fisiológico, consecuencia de un conjunto de cambios físicos, sociales y hormonales que no podemos dominar. Ser conscientes de ello, hacer ejercicio, seguir una buena alimentación, tratar de descansar siempre que sea posible así como contar con un buen apoyo familiar y social ayudarán a superar los altibajos de este camino, que finalmente llevará a la felicidad.

EN ESPERA DE UN NUEVO POSPARTO… 🙂