Las enfermedades autoinmunes son bastante comunes en la población general y la alteración del sistema endocrino es una causa bastante frecuente que puede producirlas.

El sistema inmunológico nos protege frente agresiones pero puede llegar a ser el propio agresor 

En las enfermedades autoinmunes, el sistema inmunitario, aquel que nos defiende frente a patógenos y virus, no sabe discernir entre lo que es parte de nuestro organismo y lo que es exógeno, por lo que lo acaba destruyendo todo. Es decir, estamos atacando a nuestro propio cuerpo.

Las enfermedades del tiroides o la diabetes están entre las enfermedades autoinmunes más frecuentes

La enfermedad de Graves, tiroiditis de Hashimoto, la diabetes tipo 1, la anemia perniciosa, artritis reumatoide, y vitiligo se encuentran entre las más frecuentes y explican el 93% de los individuos afectados. Las tres primeras corresponden a enfermedades endocrinas.

En este contexto del ataque del sistema inmunológico a nuestro propio cuerpo tenemos dos extremos. Por un lado se encuentran las enfermedades autoinmunes órgano-específicas con blancos específicos para un órgano determinado. Es decir, se ataca un órgano concreto y solo ese.

Los autoanticuerpos del tiroides solo afectan a esta glándula aunque puede tener asociadas otras enfermedades autoinmunes 

La tiroiditis de Hashimoto es un ejemplo en el cual una lesión específica afecta la tiroides (la lesión es la infiltración de linfocitos del tiroides y la consecuente destrucción de células foliculares) y se producen autoanticuerpos con especificidad absoluta para proteínas tiroideas.

Cuando a muchos pacientes les explico que tienen una enfermedad autoinmune, temen que esos anticuerpos también puedan empezar a atacar otros órganos del cuerpo, pero hay que dejar claro que en esta enfermedad los autoanticuerpos son específicos y atacarían únicamente a proteínas determinadas y concretas del tiroides.

En el otro extremo del espectro están las enfermedades autoinmunes sistémicas, que pertenecen a grandes rasgos a la clase de trastornos reumatológicos. El lupus eritematoso sistémico es un ejemplo de una enfermedad caracterizada por cambios anatomopatológicos difundidos, y un conjunto de autoanticuerpos contra DNA y otros constituyentes nucleares de todas las células y no de un solo órgano determinado como veíamos en el hipotiroidismo.

Volviendo al primer caso, muchas enfermedades autoinmunes órgano-específicas son endocrinopatías autoinmunes.

Las características de las glándulas del sistema endocrino las predispone a sufrir ataques en alteraciones del sistema autoinmune 

Y es que casi todas las glándulas que componen el sistema endocrino pueden estar sujetas a ataques autoinmunes, como son las glándulas  suprarrenales (enfermedad de Addison autoinmune), las gónadas (ooforitis autoinmune), el páncreas (diabetes tipo 1), la hipófisis (hipofisitis autoinmune) y la tiroides (enfermedad tiroidea autoinmune).

Así , ya os he comentado el caso del hipotiroidismo por enfermedad de Hashimoto que se manifestaría con un descenso en la actividad de la glándula tiroides asociada a su inflamación y destrucción por parte de nuestros propios linfocitos.

Las enfermedades autoinmunes del tiroides pueden hacer que trabaje mucho o que se reduzca bruscamente su actividad 

En su extremo opuesto estaría otra enfermedad autoinmune tiroidea que es la enfermedad de Graves.

Esta enfermedad es la causa más frecuente de hiperactividad de la glándula tiroides (hipertiroidismo) y de nuevo nos encontramos con una agresión del propio sistema inmune contra la glándula tiroides. Pero en este caso, en vez de destruirlo y disminuir su función, el anticuerpo producido que ataca al tiroides llamado TSI (inmunoglobulina estimulante del tiroides  ) , lo estimula  actuando como la TSH y haciendo que la glándula tiroidea produzca más hormonas tiroideas de lo normal.

Esto puede ocasionar un aumento de su tamaño (bocio) y entre los síntomas se encuentran la irritabilidad y el insomnio, palpitaciones, fatiga, temblor, intolerancia al calor, nerviosismo, alteraciones menstruales y diarrea entre otros .

Entre los desencadenantes del hipertiroidismo autoinmune están un parto reciente o la infección por el virus Epstein-Barr 

Como pasa en estas enfermedades inmunológicas como Hashimoto, el riesgo de tenerla aumenta  en personas que ya tienen alguna enfermedad autoinmune previa (diabetes tipo 1, artritis reumatoide , lupus), también si tienen familiares afectados y como otros factores de riesgo muy comunes se encuentran el estrés, parto reciente, fumar o haber tenido una infección por el virus de  Epstein-Barr, que es el virus que causa la mononucleosis infecciosa (recientemente se ha visto también su relación con el desarrollo de otra enfermedad autoinmune que es la Esclerosis Múltiple). Es decir, influyen elementos que pueden alterar al sistema defensivo inmunológico y hacer que nos ataque.

En la diabetes tipo 1, los anticuerpos destruyen selectivamente las células que producen la insulina por lo que el paciente necesita administrársela diariamente 

La diabetes tipo 1 es otra de las enfermedades autoinmunes más frecuentes dentro del sistema endocrino. En su causa participan factores genéticos y ambientales. Como os digo, es una enfermedad autoinmune en la que se producen anticuerpos que atacan a las células del páncreas encargadas de producir insulina, las células beta, y responsables de la liberación de insulina. Esto trae como consecuencia que no se puedan metabolizar correctamente los hidratos de carbono , grasas y proteínas y que para conseguirlo el paciente tenga que administrarse diariamente la insulina.

También determinados virus pueden precipitar una diabetes tipo 1 en pacientes predispuestos 

Las causas exactas no se conocen con en su totalidad, pero sí que se han identificado los genes que la predisponen así como se sabe que los antecedentes familiares o determinados virus están entre las causas de su desarrollo. Así pues, en el  comienzo de este ataque autoinmune participarían una combinación de factores genéticos y ambientales. Si bien es cierto que los factores hereditarios parecen tener un papel importante, actuarían más bien como una predisposición más que como una causa directa y determinante.

En la adrenalitis autoinmune los síntomas son consecuencia del déficit de producción de cortisol, mineralcorticoides y testosterona 

Otra enfermedad endocrina autoinmune destacada  es la Insuficiencia Suprarrenal o Adrenalitis Autoinmune, en la que se produce la destrucción de  la cortezasuprarrenal  por autoanticuerpos dirigidos a proteínas específicas de esta glándula.

Es frecuente su asociación a otros trastornos inmunes organoespecíficos como la insuficiencia ovárica prematura, tiroiditis de Hashimoto, enfermedad de Graves, Diabetes tipo 1, hipoparatiroidismo y anemia perniciosa.

Como en el caso del Hipotiroidismo por enfermedad de Hashimoto , los anticuerpos circulantes no son perjudiciales para la glándula (tiroides y suprarrenal en cada caso) pero sí indican el trastorno inmunológico subyacente y que pueden llegar a alterarlas en algún momento .Puede aparecer a cualquier edad  y como he comentado , es debido a una alteración del sistema inmunológico por la que se producen anticuerpos contra proteínas de la glándula.

Para comprender sus manifestaciones clínicas  hay que fijarse en la anatomía de la corteza suprarrenal. Así, en las distintas capas de la  corteza,  tiene lugar la producción de diferentes hormonas como los glucocorticoides (cortisol, conocida como la hormona del estrés), mineralcorticoides (aldosterona, que regula la tensión arterial) y andrógenos,  como la testosterona, por lo que  los síntomas van a estar relacionados con la deficiencia de su producción.

Así, debido al déficit de cortisol, puede haber hipoglucemia  por  una alteración en el metabolismo de los hidratos de carbono, astenia y fatigabilidad muscular. Debido al déficit de mineralcorticoides es frecuente la hipotensión arterial apareciendo también  taquicardia, palpitaciones, vértigo, hiporexia, con tendencia a la ingesta de productos salados y a la hipodipsia, náuseas sin vómitos, hipo, eructos y dolores abdominales.

En reposo el pulso es normal, pero mínimos esfuerzos o emociones desencadenan taquicardias desproporcionadas. Debido a la depleción de andrógenos el paciente puede notar pérdida del vello axilar y pubiano, caída del cabello, oligomenorrea e inhibición de la líbido en ambos sexos. Se han descrito también manifestaciones psíquicas como fatiga mental, irritabilidad, inquietud, insomnio, trastornos depresivos, e incluso a veces transtornos bipolares.

Los autoanticuerpos no pueden eliminarse pero sí se puede intervenir para reducir el riesgo de que nos ataquen 

Estas enfermedades aparecen por una predisposición genética y una vez establecidas, no vamos a poder eliminarlas o destruir los autoanticuerpos realizando terapias especiales o dietas peregrinas que se hayan puesto de moda. Estas patologías deben tratarse con la medicación que tienen indicada y seguirlo a rajatabla sin excepción, ya que no hacerlo puede resultar notablemente perjudicial para la salud o incluso mortal como en la diabetes tipo 1 .

Ahora bien, sí que se sabe que hay determinadas conductas y hábitos de vida , que pueden ayudar a mantener en buenas condiciones el sistema inmunológico y reducir la probabilidad de aparición de enfermedades autoinmunes como los trastornos del tiroides.

El estrés sostenido durante más de 3 meses puede hiperactivar al sistema inmunológico y desencadenar alteraciones en el tiroides y otras glándulas endocrinas

Concretamente, cada vez son más los estudios que relacionan el estrés continuado de moderada/alta intensidad , con el hipertiroidismo. Me estoy refiriendo a un estrés persistente que dura más de 3 meses de manera ininterrumpida, no a emociones estresantes puntuales que puedan surgir en cualquier día a día.

Pues bien, este estrés mantenido, altera estructuras cerebrales como el hipotálamo y la hipófisis que a su vez estimulan la producción en las glándulas suprarrenales de cortisol y sustancias pro inflamatorias, desencadenándose un estado de inflamación y de hiperactivación del sistema inmunológico que puede precipitar en enfermedades autoinmunes.

Así, dicha alteración sostenida  podría llegar a activar a los anticuerpos tiroideos que empiezan a atacar al propio tiroides haciendo que aumente en exceso su actividad y dando lugar a las manifestaciones propias del hipertiroidismo. Es decir, que en personas con una cierta predisposición genética, un estrés continuado, intenso y sostenido en el tiempo, puede hiperactivar sus sistema defensivo hasta el punto de poder de generar un estado inflamatorio crónico con consecuencias en algunos anticuerpos y la aparición de enfermedades autoinmunes.

Comida ¨basura¨, falta de sueño, contaminación ambiental … también pueden “estresar” y alterar el sistema autoinmune 

A parte de este estrés “emocional”, condicionado por la carga laboral, pareja, familia… existe otro estrés que haría referencia a cualquier alteración del estado de equilibrio del organismo y que se puede producir como consecuencia de una mala alimentación, una intolerancia alimentaria, excesos de azúcares  o aditivos en la dieta , contaminación ambiental  o la falta de sueño.

Estos elementos actúan en la misma línea de factores estresantes y de manera continuada también pueden estimular la glándulas adrenales, aumentar la producción de cortisol y contribuir al mismo estado de hiperactivación inmunológica y estado inflamatorio crónico que el estrés por sobrecarga laboral. Y esos pequeños condicionantes muchas veces no los tenemos en cuenta y están presentes continuamente en nuestro día a día.

 El estrés continuado puede acelerar o disminuir la actividad del tiroides 

Cabe mencionar, que al igual que el estrés puede desencadenar un hipertiroidismo en pacientes predispuestos, también se ha visto que a lo que puede dar lugar es a un descenso de la actividad del tiroides hasta el punto incluso, de originar un hipotiroidismo en algunos casos.

Como hemos visto, el estrés sobre las glándulas suprarrenales interrumpe el eje hipotálamo-hipofisario, deprime la función del hipotálamo y de la hipófisis, y se reduce , por tanto, la secreción de TSH y la función tiroidea. También puede reducir la conversión de la hormona T4 en su forma activa T3, que es la que captan las células para realizar la actividad.

Esto se traduce en que si se reduce la forma activa de la hormona, se reduce la actividad de la glándula tiroides. Y un dato más, para que esta hormona tiroidea T3 que circula sangre tenga su efecto fisiológico, debe acoplarse a receptores en la superficie de las células de nuestro organismo. Productos derivados de la respuesta al estrés crónico se ha demostrado que suprimen la sensibilidad de estos receptores a la hormona tiroidea, por lo que si no es integrada por el receptor, de nuevo veríamos una reducción de la actividad de la glándula tiroides.

¿Y qué se puede hacer entonces para mejorar el sistema inmunológico?

 El control del estrés es un punto básico para mantener “a raya” el sistema inmunológico

Por lo expuesto anteriormente, parece que un punto clave es el manejo del estrés. Puede sonar una utopía pero sería fundamental intentar tomarnos la vida con más calma y disfrutar al máximo de las pequeñas cosas que ofrece el día a día. Empezar a dar prioridad  a lo que es verdaderamente importante y no intentar alcanzarlo todo en el mismo momento.

Dormir entre 6 y 8 horas diarias, parar a comer más de 15 minutos, hacer ejercicio físico diario, estar en contacto con la naturaleza o integrar la práctica del mindfulness en la rutina diaria, son actos sencillos que nos deberíamos marcar como objetivos prioritarios a alcanzar y que pueden llegar a cambiarnos la vida.

Cuidar la alimentación es fundamental. Evitar al máximo los alimentos procesados y ricos en grasas y azúcares refinados, ya que tienen aditivos en su composición que pueden hiperestimular el sistema inmunológico y desencadenar un estado inflamatorio crónico.

Por el contrario, potenciar el consumo de nutrientes como la vitamina C (cítircos, ensaladas, verduras de diferentes colores), selenio (huevos, nueces de Brasil, marisco), vitamina D (exposición al sol, pescado azul, setas , yema del hubo) o ácidos grasos mega 3 (pescado azul, nueces, semillas). Son potentes agentes antioxidantes y antiinflamatorios y contribuyen a tener una adecuada respuesta inmunológica.

Además, tener una buena alimentación, rica en frutas, cereales integrales, semillas y verduras, contribuyen al buen estado de la microbiota intestinal, cuya alteración también se ha relacionado con la aparición de enfermedades autoinmunes.

Es decir , se trata de alcanzar poco a poco los tres pilares básicos de actividad física, alimentación equilibrada y meditación que sirvan de escudo protector frente al estrés y que constituyan el campo de cultivo perfecto para un correcto funcionamiento del estado inmunológico.

Hay que tomárselo en serio, o será verdad que, al final, acabaremos destruyéndonos a nosotros mismos