Beneficios de los tipos de agua que existen

Como cada año por estas fechas, empezamos a notar las altas temperaturas, sudamos más, hacemos más deporte al aire libre y, especialmente en estos sofocantes días (aunque gracias a Dios parece que el calor ahora nos ha dado una tregua), oímos en todos los medios las recomendaciones para que bebamos abundante agua, evitemos las horas punta de calor y, en definitiva, podamos hacer frente, sin sobresaltos, a la llegada más que evidente del verano.

Las necesidades de agua al día dependen de cada persona, de su actividad física e incluso del clima en el que se encuentra

En términos generales, lo recomendable sería beber unos dos litros al día (8 vasos de agua), incluyendo el agua de los alimentos (verduras, caldos, leche, café e infusiones…). Pero realmente habría que fijarse en las condiciones particulares de cada uno para establecer las necesidades exactas. Habría que tener en cuenta el sexo, el peso, la edad, la dieta, el clima, si se practica algún deporte, si estamos enfermos, embarazadas o dando el pecho… Circunstancias que modificarían las necesidades individuales para determinar el consumo de agua necesario.

Así, por ejemplo, no son lo mismo las necesidades de un hombre adulto deportista que haga ejercicio al aire libre a 2ºC que si lo practica en pleno verano con 28º de temperatura, cuando necesitará beber más cantidad de agua. Una mujer embarazada también tiene que incrementar las ingestas de agua, al igual que si está en el período de la lactancia.

En estos días de calor tan extremo también es fundamental incrementar el consumo de agua, especialmente las personas que tienen que pasar más tiempo al aire libre.

En una dieta rica en frutas y verduras no es imprescindible beber 2 litros de agua al día

Si comemos mucha fruta, verduras, caldos, bebemos infusiones o café… no habría que estar tan pendientes en complementar la dieta con esos 8 vasos de agua, ya que la estamos introduciendo en estos alimentos, pero si nos pasamos todo el día casi sin comer o beber o no comemos mucha fruta y verdura, sí que habría que hacer un esfuerzo por asegurar los 2 l de líquidos.

También se debe prestar especial atención si vamos a hacer deporte al aire libre y hace un tiempo caluroso, o si pensamos pasar una larga jornada en la playa o vamos a caminar a pleno sol por la montaña, para estar pendientes de las señales de nuestro cuerpo (la aparición de sed, piel seca, orina oscura y densa) que nos indican que no nos estamos hidratando correctamente y que toca incrementar la ingesta de agua.

En el caso de las personas mayores, sin embargo, muchas veces es mejor que se pauten con qué frecuencia beber el agua, ya que su centro regulador de la sed funciona con menor precisión y no pueden confiar simplemente en tener ganas de beber agua para asegurar que con eso se van a hidratar correctamente.

Una buena hidratación es necesario para tener energía, capacidad de concentración y prevenir la fatiga y dolores musculares

Además de evitar que nos deshidratemos en verano o que tengamos un golpe de calor, los beneficios de beber suficiente agua a lo largo del día son otros muchos. Como muchos ya sabréis, un 70% de nuestro cuerpo está formado por agua y debemos asegurar que esta proporción se mantiene constante.

El agua limpia el organismo y sirve de medio de transporte para los diferentes elementos que necesitan las células del cuerpo para que puedan llevar a cabo sus funciones correctamente. Muchas veces nos sentimos agotados y con falta de energía aunque no estemos llevando una gran actividad, y esto se puede deber simplemente a estar ligeramente deshidratados.

Un consumo adecuado de agua y mantener unos niveles correctos de hidratación, ayudan a prevenir esa desidia, cansancio muscular, falta de energía o dolores de cabeza, ya que, estando hidratados, las células que forman parte de nuestro cerebro, corazón, los músculos, sistema nervioso… podrán funcionar correctamente y eliminar del organismo las sustancias de desecho.

La halitosis o mal aliento se puede prevenir tomando suficiente agua a lo largo del día

Parece curioso, pero estar bien hidratado, además, favorece que salivemos correctamente y mantiene una buena higiene buco-dental, protegiendo los dientes, eliminando bacterias, disolviendo mucosidades y ayudando de esta manera a prevenir la aparición del mal aliento o halitosis.

La piel también presenta un mejor aspecto si está correctamente hidratada, más elástica y turgente, y ayuda a retrasar el envejecimiento de los tejidos. Y no solo la piel, también las articulaciones, como codos y rodillas, van a funcionar mejor y tendrán menos riesgo de desarrollar artrosis o artritis si se encuentran correctamente lubricadas gracias a una buena hidratación.

El aparato digestivo también verá mejorada su función digestiva con un consumo adecuado de agua. Esta es fundamental para que se forme el bolo fecal y prevenir el estreñimiento.

Todos los órganos y sistemas del cuerpo, incluido el sistema inmunológico, van a funcionar mejor cuando se mantiene un correcto nivel de hidratación, ayudando a prevenir enfermedades e infecciones, como las urinarias. 

El agua no engorda ni adelgaza, pero mantiene el metabolismo activo, es saciante y ayuda a mantener el peso

Además, el agua no aporta calorías, es saciante y contribuye en la metabolización de las grasas y a procesar la energía, por lo que, aunque beber agua no adelgaza, sí que ayuda a mantener un peso adecuado. Beber antes o después de las comidas no modifica sus calorías, que siguen siendo cero, así que da igual si bebemos mucho o poco antes, durante o después de las comidas en cuanto al control de kilos se refiere. Ahora bien, beber un buen vaso de agua antes de las comidas puede ayudar a comenzar a comer más saciado consiguiendo de esa manera reducir las cantidades de comida que se tomen posteriormente y previniendo el aumento de peso.

Beber agua en las comidas facilita el proceso de la digestión

Beber agua durante la comida, lejos de engordar o interferir en la digestión de los alimentos, facilita el proceso de la digestión.

  • En primer lugar, ayuda a salivar correctamente y a formar el bolo alimenticio ya desde la boca, mejorando su consistencia y haciendo que luego sea más digerible en los siguientes tramos del aparato digestivo.
  • No es cierto que si se bebe agua las enzimas digestivas digieran peor los alimentos, ya que se ha demostrado que estas enzimas actúan sobre los nutrientes y les es indiferente el agua que haya en la cavidad gástrica en ese momento.
  • Beber agua no neutraliza los ácidos estomacales hasta anularlos. Si, a consecuencia de beber agua, disminuye el ácido del estómago, el organismo es capaz de regenerarlo hasta volver a los niveles adecuados para completar la digestión.

De todo esto podemos sacar la conclusión de que no solo no es malo beber agua durante las comidas, sino que además existen beneficios.

El agua no solo es buena para hidratarnos, eliminar sustancias de desecho, mantener la tensión arterial, etc., sino que, además, a día de hoy, contamos con una gran variedad de aguas el mercado. Concretamente, las aguas minerales naturales tienen una composición muy diferente en minerales y oligoelementos que las dotan de beneficios muy específicos y particulares.

El agua mineral natural no necesita procesamiento físico químico para su consumo y tiene beneficios para la salud

Así, contamos con:

  • Aguas de manantial: aguas potables de origen subterráneo que emergen espontáneamente en la superficie de la tierra o se extraen utilizando los medios adecuados para ello y que mantienen las características naturales de pureza que permiten su consumo. Solo se les da el mínimo tratamiento físico necesario para la separación de elementos perjudiciales. A diferencia de las minerales naturales, no han demostrado acción específica sobre la salud.
  • Aguas preparadas, que sí que son sometidas a tratamientos fisicoquímicos necesarios para que se puedan consumir sin problemas y que tampoco han demostrado que su consumo proporcione beneficios en el organismo.
  • Aguas minerales naturales, que proceden de manantiales subterráneos que están protegidos de cualquier tipo de contaminación. Son sanas desde su origen, por lo que no necesitan tener ningún tratamiento desinfectante ni filtrado doméstico para su consumo, envasándose tal cual están en la naturaleza. Por eso, cuando se bebe un agua mineral natural se está bebiendo un agua en su estado natural.

2 litros de agua mineral natural al día aportan minerales esenciales y oligoelementos fundamentales para el correcto funcionamiento del organismo

Esta es una de las características más importantes de las aguas minerales naturales. Se ha demostrado que su composición en oligoelementos y minerales puede aportar beneficios para la salud. Además, esta composición en dichos minerales y oligoelementos del agua mineral natural es constante en el tiempo, por lo que siempre que se elija un tipo concreto de agua mineral natural se está bebiendo lo mismo, sin variaciones en su composición y sabor.

Según la composición de las distintas aguas minerales podemos conseguir diferentes beneficios para la salud

En España existen más de un centenar de bebidas envasadas de agua mineral. Solo hace falta darse una vuelta por la sección de aguas de los supermercados para comprobarlo, y cada una de ellas tiene su composición característica y su particular sabor y propiedades.

Es tal la variedad y sus propiedades, que incluso en muchos restaurantes disponen ya de un maridaje de aguas, con sus cartas específicas para que el cliente elija la más adecuada para el plato que vaya a tomar. Las características físico-químicas y el sabor particular de cada tipo de agua estarán condicionados por el lugar de procedencia y el tipo de acuífero del que se extraiga. Así, nos podemos encontrar:

  • Aguas bicarbonatadas o alcalinas: en la etiqueta pone que tiene más de 600 mg/dl de bicarbonatos. Facilitan la digestión y neutralizan parte de la acidez gástrica.
  • Aguas cálcicas: más de 150 mg/dl de calcio. Muy recomendables en embarazadas, niños y ancianos.
  • Aguas magnésicas: más de 50 mg/l de magnesio. Participan en la mineralización de huesos y dientes. Gracias al magnesio, tienen un mayor componente laxante, ayudando a solucionar el estreñimiento e incluso a regular los niveles de estrés y de ansiedad.
  • Aguas hiposódicas (menos de 20 mg/l de sodio) o sódicas (más de 200 mg/l de sodio): las bajas en sodio son muy recomendables para pacientes con alteraciones renales, hipertensión o retención de líquidos y para la preparación de alimento para los bebés y personas mayores. Las sódicas, si se acompañan del ion bicarbonato, son digestivas.
  • Aguas fluoradas: más de 1 mg/l de fluoruros. Pueden prevenir la caries dental, pero no deben ser utilizadas de forma continuada durante el período de dentición.
  • Aguas carbónicas o con gas: más de 250 ml/l de anhídrido carbónico natural o añadido. Este gas de anhídrido carbónico puede ser de origen natural (el agua que se extrae del acuífero ya ha tenido su proceso de saturación con el gas carbónico) o añadirlo después como gas carbónico artificial de origen alimentario. La peculiaridad de estas aguas es que dicho gas les aporta un sabor ligeramente ácido, estimula las papilas gustativas y el apetito. La aguas carbonatadas, sobre todo si son bicarbonatadas sódicas, en pacientes con acidez, les mejora la digestión al neutralizar parte de la acidez del estómago.
  • Aguas de mineralización débil (hasta 500 mg/l de residuo seco) o de mineralización muy débil (hasta 50 mg/l de residuo seco): aumentan el volumen de la orina. Pueden estar indicadas para la preparación de alimentos infantiles y para facilitar la eliminación de cálculos renales. En cuanto a esto último, existen varios trabajos que muestran la relación entre la ingesta de sodio y la excreción renal de calcio, cuanto más sodio se consuma, mayor es la eliminación renal de calcio. Por eso, a los pacientes con litiasis, hay que recomendarles dietas bajas en sal y, por tanto, beber  aguas con un bajo contenido en sodio.

Como vemos, en función de la composición de cada tipo de agua, esta puede ser utilizada con unos intereses diferentes.

Es decir, el agua no solo es útil para calmar la sed e hidratarnos, sino que puede emplearse para toda una serie de beneficios para la salud. Puede ayudar a reducir la retención de líquidos y a perder peso (recomendables las aguas de mineralización muy débil o hiposódicas), estimular las papilas gustativas y mejorar la digestión, como las aguas carbónicas; prevenir o aliviar el estreñimiento (aguas magnésicas) o las aguas cálcicas para aumentar la ingesta de calcio, especialmente en embarazadas, niños y ancianos, o utilizar un tipo de agua para calmar la ansiedad y prevenir el insomnio, haciéndonos, por ejemplo, una infusión de valeriana, pasiflora y melisa con agua rica en magnesio, que tiene propiedades anti estresantes.

Solo hay que dedicar unos minutos en leer la etiqueta que llevan las botellas de agua mineral para poder comprender su composición y saber el uso adicional que le vamos a poder dar.

 

Las aguas bicarbonatadas son muy útiles en pacientes con litiasis renal, pero deben limitarse si se tiene hipertensión arterial

En cuanto al tipo de agua que tomar en pacientes con litiasis renal, su efecto va a depender no solo del volumen que se ingiera sino de la composición en bicarbonato, calcio y sodio que esta tenga. Así, los pacientes con litiasis de ácido úrico se benefician del consumo de agua bicarbonatada, ya que, debido a su acción alcalinizante sobre la orina, se puede utilizar como recurso terapéutico complementario en pacientes con este tipo de litiasis renal. Eso sí, hay que tener precaución, ya que el problema de las aguas con alto contenido en bicarbonato es que suelen tener asociado un elevado contenido en sodio, por lo que no deberían tomarse de manera prolongada si el paciente tiene además de cálculos hipertensión arterial. Otro problema del exceso de sodio en el agua es que, como ya prueban varios trabajos, hay una relación entre la ingesta de sodio y la excreción renal de calcio, es decir, que si tomo mucho sodio expulso mucho calcio, y es por eso que  los pacientes  con litiasis de oxalato cálcico es mejor que sigan dietas pobres en sodio , que beban aguas de baja mineralización e hiposódicas y que estas aguas tengan un contenido bajo en calcio.

Como vemos, en torno al agua se abre todo un mundo de posibilidades y resulta muy interesante parase unos minutos a ver la composición de las aguas minerales naturales de los supermercados, por si queremos enriquecer la dieta con agua embotellada y dar un plus de cuidados a nuestra dieta diaria. Y por último es importante empezar a desterrar de nuestra mente mitos carentes de base científica y que nos pueden complicar bastante la existencia, como que el agua engorda si se consume durante las comidas, que el agua con limón adelgaza o que todo el mundo tiene que beber sí o sí 2 l de líquidos al día.

Así que todos a disfrutar del agua, que con la que se presenta en las semanas venideras, ya podemos estar bien hidratados.