Es una pregunta que los pacientes operados de catarata hacen con muchísima frecuencia y que viene motivada por la creencia popular de que la lente intraocular que colocamos en la cirugía de catarata es una “lentilla”. La pregunta que suelen formular los pacientes es precisamente esa: Doctor, ¿se me ha movido “la lentilla”?

Permítanme unos conceptos previos:

El cristalino es una lente transparente (“cristalina”) que se encuentra dentro del ojo. Cuando esta lente se vuelve translúcida y pierde su transparencia por cualquier causa (generalmente por la edad) no puede llamarse “cristalino”, sino que debería llamarse “translucino”. Pero esta palabra suena muy mal, por lo que lo llamamos “catarata”. Tiene sus motivos pero quédense con esa idea general: cuando el cristalino deja de ser cristalino se llama catarata.

Con la cirugía de catarata se pretende cambiar esta lente translúcida por una lente artificial transparente. La lente artificial se coloca dentro de una bolsa donde antes estaba la catarata y que se encuentra de forma natural anclada a las paredes del ojo, lo que le da estabilidad.

Tanto la catarata como la lente intraocular se encuentran dentro del ojo mientras que una “lentilla” o “lente de contacto” se coloca sobre el ojo, por fuera. Para recordarlo, diremos que hay que colocarla “con tacto”, tocándola. La lente intraocular no se toca porque está dentro del ojo. Además, la lente intraocular está colocada dentro de una bolsa. Es como meter el cristal de una gafa dentro de una bolsa, y luego colgamos la bolsa dentro del armario.

  • Doctor, ¿se ha movido el cristal de la gafa, que está dentro de la bolsa, a su vez dentro del armario?
  • Hombre, parece poco probable…

Esta misma situación es la que ocurre con el ojo: que la lente se mueva es muy poco probable.

Con todo, hay situaciones que pueden favorecer que la lente se mueva:

  • Condiciones del ojo (el armario tiene las perchas rotas, las puertas rotas, tiene carcoma…)
  • Complicaciones dentro de la operación (al colocar la bolsa dentro del armario, se abre algún “agujerito” al engancharse en algún clavo o tornillo).

El principal síntoma del paciente es la disminución de la visión: como si vamos andando por la calle con nuestra gafa de lejos y de repente se nos cae un cristal al suelo; por ese ojo veremos borroso. 

La siguiente figura representa una lente intraocular descentrada. Vemos el desplazamiento de la lente hacia abajo y hacia la derecha

Otro síntoma del desplazamiento de la lente es la visión doble por un solo ojo.

En la siguiente figura se aprecia el desplazamiento de una lente intraocular hacia abajo. El paciente tiene visión doble por ese ojo porque la visión en la zona 1 (sin lente) es distinta a la visión en la zona 2 (con lente).

En algunos casos, como en la siguiente figura, podemos ver que la bolsa está rota, probablemente por alguna complicación durante la cirugía. En dicha figura se aprecia que el borde de la “bolsa” no es circular, sino que está roto en dos puntos: a las 5 y a las 7 horas de un supuesto reloj. Esta complicación que ocurrió durante la cirugía, ha favorecido que la lente se haya desplazado hacia la izquierda.

En otras ocasiones, la bolsa que recubre la lente intraocular está tan sucia que el desplazamiento provoca la disminución de visión del paciente al colocarse en el eje de la visión. Es el caso de la figura que se presenta a continuación, ya que, se aprecia el descentramiento de la lente intraocular hacia abajo y hacia la derecha. El paciente nota una disminución de la visión porque la bolsa que recubre a la lente está muy sucia. Si miramos más detalles, nos damos cuenta de que la lente está dentro del ojo, oculta por el iris de color marrón. 

En general, que la lente se mueva es algo posible pero muy poco probable si el ojo no tiene nada que predisponga a dicho desplazamiento o si no ha habido complicaciones durante la cirugía. Si la lente se metió correctamente en la bolsa y luego en el armario, no hace falta preguntar cada día si se ha movido.